El análisis del ADN de huesos prehistóricos ha permitido desentrañar los
 cambios genéticos que dieron origen a las poblaciones modernas de 
Europa. Dos estudios describen la complejidad de los patrones de 
migración y las relaciones humanas en el viejo continente desde el 
Neolítico a la Edad de Bronce, con el cambio de la caza y la recolección
 a la agricultura y la metalurgia.
El análisis de ADN de dientes y restos óseos prehistóricos ha 
permitido rastrear la historia genética de la Europa moderna. Dos 
estudios publicados hoy en Science describen los patrones de 
migratorios por Centroeuropa durante el cambio hacia a la agricultura 
entre el Neolítico y la Edad de Bronce. En este periodo muchos 
cazadores-recolectores mantuvieron sus costumbres mientras otros pueblos
 ya cultivaban.
“Hemos caracterizado distintas culturas 
arqueológicas para reconstruir cuatro importantes situaciones durante el
 Neolítico que describen el flujo genético europeo”, destaca a SINC 
Guido Brandt, investigador del Instituto de Antropología de la 
Universidad de Maguncia y uno de los autores de los estudios.
“Una
 simple mezcla entre los cazadores-recolectores indígenas europeos y la 
población emigrante del este del continente no puede explicar la 
diversidad genética europea”, asevera.
Estos momentos clave son cuatro: la introducción de la agricultura 
desde Oriente Próximo al centro de Europa; después, desde Europa Central
 hasta el sur de Escandinavia; la influencia genética de Oriente 
Próximo, y por último, el influjo de la cultura campaniforme del oeste 
europeo. “Cada uno de estos eventos ha contribuido a la formación de la 
diversidad mitocondrial de los europeos de hoy en día”, expone Brandt.
En
 un primer estudio, los equipos de investigación analizaron ADN 
mitocondrial, que se hereda de la madre, extraído de huesos y dientes 
pertenecientes a 364 esqueletos humanos de las culturas que poblaron la 
región Mittelelbe-Saale en Alemania durante más de 4.000 años. Para 
describir la prehistoria genética de los europeos, ha sido necesario un 
proceso de más de ocho años en el que han utilizado nuevas tecnologías 
de análisis genómico.
Los resultados de Brandt indican que durante
 el Mesolítico (entre el Paleolítico y Neolítico) los centroeuropeos 
eran cazadores-recolectores. Después fueron reemplazados por los 
agricultores neolíticos, que dominaron la zona durante 2.500 años, 
gracias a la agricultura propia de las regiones de Oriente Próximo, 
Anatolia y el Cáucaso.
Más tarde, estos agricultores 
intercambiaron material genético con los cazadores-recolectores de 
Escandinavia. Por lo tanto, los centroeuropeos se relacionaron con los 
habitantes del norte y compartieron sus conocimientos. Posteriormente, 
en el Neolítico Tardío (3.000 a. C.), parte de los agricultores migraron
 al oeste e interaccionaron con los habitantes de la vertiente 
atlántica.
“Gracias a la diversidad cultural del Neolítico 
Temprano y Medio en el centro de Europa se formó el sustrato genético de
 los primeros agricultores, ya que existe una continuidad genética 
durante los primeros 2.500 años de la agricultura. Sin embargo, después 
del Neolítico, los resultados muestran patrones genéticos muy diversos, 
que indican múltiples e importantes cambios en la población durante este
 periodo”, asegura Brandt.
Las sucesivas olas migratorias, los movimientos poblacionales y los 
intercambios genéticos y culturales que se produjeron fueron los 
orígenes de la variedad del genoma europeo moderno.
Convivencia entre agricultores y cazadores
El
 segundo estudio asegura que los pobladores cazadores-recolectores 
vivieron junto con los agricultores durante unos 2.000 años desde la 
entrada de los cultivos en el continente. 
En esta segunda 
investigación, los científicos secuenciaron los genomas mitocondriales 
de 25 individuos del yacimiento arqueológico Blätterhöhle en Hagen 
(Alemania), mediante el análisis de los isótopos de azufre, nitrógeno y 
carbono contenidos en los huesos y los dientes.
Los resultados 
reflejan que durante años tres culturas distintas habitaron en el centro
 de Europa: una de cazadores- recolectores; otra formada por 
agricultores, probablemente nuevos inmigrantes; y una última también de 
cazadores-recolectores que subsistían principalmente gracias a la pesca 
en los ríos.
Las muestras analizadas reflejan que estas dos 
últimas culturas fueron vecinas y vivieron una al lado de la otra 
durante unos 2.000 años, pero con muy poco o ningún intercambio ni 
cultural ni genético.
Referencia bibliográfica
G. Brandt et al "Ancient DNA Reveals Key Stages in the Formation of Central European Mitochondrial Genetic Diversity". Science 10 octubre 2013.
R. Bollongino et al "2000 Years of Parallel Societies in Stone Age Central Europe". Science 10 octubre 2013.
Fuente: SINC. 

 
