jueves, 25 de octubre de 2007

ATMÓSFERAS PLANETARIAS



Agustín Sánchez-Lavega. Doctor en Ciencias Físicas y catedrático de Física Aplicada de la Escuela Superior de Ingenieros Universidad del País Vasco (UPV).

“Ciertamente, creo que encontrar un planeta tipo Tierra en alguna de las estrellas cercanas es cosa de unos pocos años”.

Considerado uno de los expertos mundiales en atmósferas planetarias, su actividad científica se ha centrado en el estudio de las atmósferas de Júpiter y Saturno.
Los resultados de sus investigaciones han sido portada de la prestigiosa revista Nature en dos ocasiones: en 1990, cuando su grupo detectó con el Hubble una enorme tormenta en Saturno, y en 2003, al alertar acerca del extraño comportamiento de los potentísimos vientos que se dan en la atmósfera de este planeta.
Recientemente ha abordado una posible clasificación de la dinámica atmosférica de los planetas extrasolares. Su equipo participa en la misión 'Venus Express', la tercera de la ESA a otro mundo después de la 'Mars Express' y de la 'Huygens', sonda que se posó en Titán, una de las lunas de Saturno, en 2005. Importante, también, es su papel de divulgador, acercando a la sociedad cuantas novedades se producen en las Ciencias Planetarias y fundamentalmente en la dinámica de sus atmósferas, mediante artículos en prensa, conferencia y entrevistas.




¿El Sistema Solar es todavía una caja de sorpresas?

Absolutamente. Cada nueva misión espacial nos sorprende, incluso sobre objetivos que creíamos conocer bien como pueden ser Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Si a esto añadimos que apenas conocemos de cerca la variedad de asteroides, los objetos mas lejanos del cinturón de Júpiter, Plutón, … Tenemos tanto que explorar.



¿Dónde están los límites de la exploración espacial, hasta dónde podemos llegar?

No creo que existan límites. Pensemos en nuestro planeta, donde vivimos. Es objeto continuo de estudio, su interior, sus orígenes, su atmósfera (pasada y presente),... ¿Como vamos a olvidarnos de explorar todos los demás objetos del sistema solar con la misma intensidad? El paso siguiente será la traída de muestras de otros mundos a la Tierra y, cuando la tecnología lo permita, su visita por el hombre.

Usted es experto en atmósferas planetarias, Titán es un satélite que tiene atmósfera. En cambio hay planetas, como Mercurio, que no la tienen. ¿Cuáles son las consecuencias de tener o no tener atmósfera?

La consecuencia más importante de que un planeta tenga atmósfera es que da posibilidades a la aparición de vida, si sus condiciones son apropiadas. Aunque obviamente esto no es garantía (basta con ver nuestro sistema solar). Se requieren muchas otras cualidades por parte del planeta y de su entorno.




¿Qué información nos pueden aportar las atmósferas de Saturno y Júpiter?

El conocimiento de las atmósferas de estos planetas (y de todos los demás en general), nos permite tener una amplia visión, comparativa, de nuestra propia atmósfera. Es como la vida. Solo tenemos un ejemplo, la terrestre.
Figuremos lo que avanzaríamos si la conociésemos en otros entornos. Las atmósferas planetarias son laboratorios naturales en las que podemos mejorar y contrastar nuestras teorías (nunca podríamos tener una atmósfera gaseosa sobre un cuerpo esférico en un laboratorio). Júpiter y Saturno tienen furiosas corrientes en chorro, tormentas gigantescas, ciclones y anticiclones inmensos, … Podemos ver si nuestras teorías sobre esos fenómenos funcionan en las condiciones que se dan allí y así mejorar nuestros propios modelos terrestres.

En la actualidad hay 133 planetas o candidatos a planetas extrapolares que se han descubierto. ¿Hay algún planeta de éstos al que se le haya detectado atmósfera?

Si, hay al menos cuatro de los que conocemos propiedades de sus atmósferas. En los veintitantos en los que se ha podido medir la masa y el radio, sabemos por su densidad media, que son gaseosos. Y en los demás aunque no tenemos el radio, podemos inferir por su masa que también son gaseosos.




Titán, el satélite del planeta Saturno, le llevó a usted y a Ricardo Hueso a las páginas de Nature. ¿Cuál fue su descubrimiento?
Elaboramos por primera vez un modelo de cómo podían producirse tormentas de metano y cuanta precipitación podían generar. De esta forma propusimos una explicación a la existencia de lagos de metano (líquido) en el satélite, algo que escasamente un mes después, confirmó el radar de la nave Cassini al sobrevolar de cerca este mundo.

¿Podríamos encontrarnos, a medida que avanzan las investigaciones y con la tecnología actual, un planeta tipo Tierra?

Ciertamente, creo que encontrar un planeta tipo Tierra en alguna de las estrellas cercanas es cosa de unos pocos años. Cuando los nuevos telescopios espaciales entren en órbita en los próximos 10 a 20 años, tendremos constancia de la presencia de planetas terrestres. De hecho ya se ha descubierto una “Super Tierra”, un planeta a mitad de camino entre la Tierra y Neptuno.




Usted y su equipo participan en diversos proyectos de la Agencia Europea del Espacio (ESA), y usted también forma parte de su consejo asesor para la exploración del Sistema Solar ¿ hacia donde se dirige Europa en la “carrera espacial”?

Hasta donde yo sé hay muchos frentes abiertos. En ciencia, la ESA tiene en este momento un programa denominado “Visiones Cósmicas” a realizar entre 2015 y 2025 y con el cual se pretende desarrollar varias misiones de exploración, del Sistema Solar y de Astrofísica en general. Son varios los comités que habrán de seleccionar de entre todas las propuestas presentadas. Lástima que muchas de ellas, por falta de presupuesto, no podrán llevarse adelante.

¿En qué medida está presente la ciencia en su vida diaria?

Creo que está presente en todas las personas, no solo en mi mismo. Vivimos en una sociedad científico-tecnológica de la que no podemos abstraernos, salvo casos ideológicos extremos. Yo convivo cada día con la ciencia, tanto con mis alumnos en la Universidad como con la investigación que comparto con los miembros de mi equipo.



Resto de la entrevista en la página web del MUSEO DE LA CIENCIA DE VALLADOLID, de donde está tomado el artículo

sábado, 13 de octubre de 2007

BIOGEOGRAFÍA








La superficie de la Tierra no es uniforme, ni en toda ella existen las mismas características. El espacio isotrópico que utilizan, o suponen, los esquemas teóricos de localización es tan solo una construcción matemática del espacio.

Para empezar existen en el planeta tres medios diferentes en los que se desarrolla la vida: la tierra, el agua y el aire.
Son tres medios radicalmente distintos, en los que la adaptación de las especies al mismo les da características especiales y singulares. Pero aún más, dentro de cada uno de estos medios, y en función de sus irregularidades geográficas, se individualizan espacios con características diferentes, en los que se desarrollan formas endémicas de vida. Un endemismo es una especie exclusiva de un lugar. Estas formas, con ser abundantes, no son las únicas. En cada uno de estos espacios se desarrollan multitud de especies que viven entre dos medios. Además, hay especies, que interactuando unas con otras, cierran ciclos en los que se traspasa energía y materia de un sistema a otro, como el ciclo del sol o la cadena trófica.

Cada uno de estos espacios en los que se desarrolla la vida de una forma equilibrada, entre animales, plantas, suelo y clima, se llama ecosistema.
En él existen todos los intercambios necesarios para el mantenimiento de todas las especies. Pero cada ecosistema no está aislado de los que tiene a su alrededor, sino que por el contrario existen competencias entre ellos, formando zonas mixtas de transición, en las que las especies de diversos ecosistemas compiten por el espacio. Incluso, aunque los tres medios que existen en la Tierra parecen radicalmente distintos, tierra, aire y agua, no son independientes, ya que interactúan unos con otros para proporcionar oxígeno, agua, detritos y otros elementos que se intercambian entre los tres medios, haciendo que se modifiquen sus flujos de circulación, e incluso su aspecto y su relieve.

Los ecosistemas en los que se cumplen todas las transferencias necesarias para su mantenimiento no tienen porqué ser permanentes, sino que se modifican con mayor o menor rapidez a lo largo del tiempo.
Las condiciones climáticas, edáficas y de competencia por el medio entre las especies, pueden cambiar.
El equilibrio se mantiene entre unos umbrales máximos y mínimos, traspasados los cuales comienzan a actuar unos procesos nuevos, hacia el establecimiento de otro ecosistema diferente.
Este umbral no es el mismo para todas las especies de una biocenosis, pero será la especie dominante, o la que necesite un mejor estado del ecosistema, la que nos advierta sobre la posibilidad de un cambio irreversible. Este cambio es más frecuente, y delicado, en las zonas de transición entre ecosistemas. Los factores que influyen en la diversidad de la naturaleza, y cuyos umbrales son decisivos para establecer el equilibrio ecológico son: el suelo, el clima y la asociación entre especies, o biocenosis. También tendremos que tener en cuenta las modificaciones antrópicas de la biocenosis.
Tomado de la web: Página de Geografía